Un largo año ha pasado, estos caballos salvajes sin rumbo continuan su galopar. Viejos amigos regresaron, quisieron trotar al peligroso unísono de tremendos equinos desangelados. Definitivamente la meta se ha vuelo difusa, pues recién entendieron que no son carreras a lo que juegan. El pastar y correr a la deriva es lo suyo, aún con la zozobra del saberse sin nada, ni nadie. No son dueños más que de la inmensa llanura. Y nadie los detendrá, con jinete o sin él.