Alto al fuego



Jumbo

Alto al fuego

Promotodo México (2011)

P. Jesus "Chuy" Flores


El panorama en retrospectiva es simple para Jumbo. Los años de vanguardia y experimentación quedaron perfectamente plasmados en los surcos de Superficie (Noiselab 2007) y Teleparque (BMG 2003). Lo mejor de sus no pocas habilidades técnicas se aprecian deleitosas en D.D. y ponle Play (BMG 2001) y Álamo, canciones en madera volumen 1 (Producciones Mexicanas Discográficas 2009). En términos generales han aprobado toda competencia que se le ha puesto de frente incluida la del hit-parade o la de la posteridad, cuyo clásico disco debut Restaurant (BMG 1999) cumple satisfactoriamente en ambos apartados.


De tal manera Jumbo es quizá el sobreviviente mas notable de toda una generación de músicos, que se prometieron la revolución musical de la escena mexicana. A punto de caer en desgracia después de la desbandada de los hermanos González, los Jumbo restantes lograron mantener la cohesión de la banda, a pesar del carisma que aquellos aportaban. En estos días Jumbo poco a poco se encamina a convertirse en una de esas bandas que viven de prolongadas giras por el interior de la república, sin pena y menos sin gloria. Su catálogo de canciones radiables y clásicos eternos les da para continuar siendo un combo que en tiempos de internet ha forjado su reputación en vivo, algo que muy pocos en México pueden presumir a decir verdad.


En su quinto larga duración Alto al fuego (Promotodo 2011) se adivina esa carrera longeva basada principalmente, en la capacidad de la banda para hacer lo mismo canciones pegajosas y memorables, que canciones con algún giro interesante que los mantenga a un escaso centímetro lejos de la mediocridad. No es de extrañarse que su facilidad para el oído ajeno se haya forjado en las necesidades que impone el tocar en vivo con dicha regularidad. Así que sin concesiones Alto al fuego entrega sus 10 canciones en menos de 36 minutos. Canciones simples, de guitarra, bajo y batería. A veces un piano eléctrico o un órgano que adorna pero que no dirige, tal es la seguridad de Jumbo con estas canciones. Directas y listas para incrustarse en la mente con sus tarareos simples y livianos.


Aparentemente.


Y es que al pasar tanto tiempo de gira por el interior del país es inevitable percibir los cambios en el paisaje, ver como la vida cotidiana se fragmenta poco a poco, dejando ver las fisuras donde se esconde el germen de la putrefacción. Obviamente aludiendo a la situación de violencia actual en el país, lo que Alto al fuego nos dice es que la violencia se esconde dentro de cada uno de nosotros. Con nuestras actitudes nefastas y esquivas, con la falta de empatía, con el encierro que nos imponemos para no saber de la realidad y el malsano hábito de mirar a otro lado.


Lo que nunca ha sido el fuerte de Jumbo florece ante la necesidad de denuncia. Las letras en Alto al fuego se esconden, no hablan de la virulencia de las calles sino de lo que dentro de nosotros permite que acontezca. En Bla bla bla las palabras pueden ser cualquier cosa mientras no les pongamos atención, simples abstracciones enfundadas en canción bobalicona -con un gran video de por medio-, A veces canta sobre nuestros habituales problemas para comunicarnos, Mundo pequeño retrata con sutileza como la inmovilidad hace matrimonio con la costumbre, el ceder lo que somos ante la impotencia de no poder hacer nada. En Nubes lo que permanece son los objetos, pero lo que va y viene es nuestro sentir hacia el entorno cuando ha sido violentado.


Las cosas han cambiado drásticamente y solo hay una manera de decirlo: Directamente. Las veloces canciones de Alto al fuego no marcarán el parteaguas de la carrera de Jumbo, y tampoco cambiarán la situación del país por si solas; pero son una pertinente reflexión sobre el papel que cada uno de nosotros tiene en la degradación de la nuestra sociedad.


Un buen disco para tener en consideración.

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